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Coyote viejo nunca muere… y este apocalíptico 2010, vuelvo a las andadas. Como Hipócrates, quien salvó a los griegos de la peste al quemar plantas en las calles, busco “la cura” en la medicina tradicional.Porque esta práctica ha sanado a mucha gente,ahí donde el Estado olvida que es un Derecho Universal, encuentro a hueseros, yerberos y parteros, que con sus saberes heredados de familia son referentes en sus comunidades.

En Orgullosamente de…, doy noticia de las Abuelas de ombligo, las parteras, madres honorarias del pueblo de San Francisco Culhuacán y del Pedregal de Santo Domingo.

Así surge la historia de don Arnulfo, curandero y huesero mayor del pueblo de La Candelaria. Crónicas Peregrinas relata un pasaje de pasión por la salud y el futbol en Curandero, un oficio difícil de nombrar.

En Los Reyes, todos conocen al Doctor Boris, especializado a fuerza de necesidad en el uso adecuado de las plantas para curar los males. Mitos del Caos trae su relato en La herbolaria de los Reyes.

Y de regreso a las calles, traigo la buena nueva de que esta revista ganó el Premio de la Juventud del DF, promovido por su Congreso local; porque ahora también, me coyoteo a los asambleístas.