Checa la versión impresa.......... | |||||
---|---|---|---|---|---|
CURANDERO, OFICIO DIFÍCIL DE NOMBRAR | |||||
Por Pablo Correa | |||||
Al corazón del barrio “La Candelaria” o “La Cande”, como le llaman, llega una mujer embarazada y de maternidad primeriza. Proveniente del estado de Hidalgo, llegó a la ciudad hace más de 50 años. Luego de vivir temporalmente en varias colonias de la Ciudad de México, se estableció en el barrio de La Candelaria en Coyoacán, uno de los contados pueblos que no se ha comido la ciudad. El conocimiento lo aprendió de sus abuelos y padres: “es algo que se hereda”, dice con orgullo. Desde muy pequeño comenzó a curar: “Toda mi vida he curado, comencé a aprender desde que tenía cinco años”. Sabe de la dificultad de nombrar a su oficio, pues cura huesos, problemas musculares y a veces va más allá. Su conocimiento sobre medicina tradicional, lo ha nutrido con textos científicos de medicina. Conoce cada hueso, músculo y peso de los órganos internos del cuerpo humano. Es un reducido espacio donde acoge y atiende a sus pacientes, a la entrada mantiene un altar con imágenes religiosas, que en su mayoría le han sido dadas por personas a las que ha curado, siempre en agradecimiento al trabajo que hace. En otra pared están los reconocimientos y diplomas que ha merecido. El de curandero, oficio de don Arnulfo, es uno muy difícil de nombrar. Sobre todo en la ciudad donde el que cura, tiene como paño una gran cantidad de charlatanes que han trastornado este quehacer de la vida. “El que es curandero debe estar centrado en lo que está haciendo, te debe gustar. Debemos ser honestos, y antes de poner la mano a una persona, debemos saber si podemos ayudarla”, expresa don Arnulfo. “En este mundo, cada quien tenemos un don y una función”, lo va diciendo como retratando el orden del caos. Se dispone a cambiar al niño de posición. Ahora está maniobrando para acomodarlo, es evidente la fuerza que hace en la panza de la embarazada. Las manos de don Arnulfo son ligeras y la joven no muestra ni el más leve indicio de dolor. Pasa uno, o quizásun poco más del minuto mientras dura la maniobra. La muchacha se levanta y luce diferente, tiene el vientre más prominente. Ella lo exhorta a que lo mire, agrega que está sobresaltado. Inmediatamente se despide y llama al que sigue. Sigo yo, que ya olvidé de qué me va a curar. |
|||||
Pablo Correa | |||||