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LA NATURALEZA DE NUESTRA HISTORIA

Por Raúl Renán

Cuando la línea nos sigue forma un rastro de vida.

La línea no tiene fe. Tampoco tiene nada que contar porque su destino es tocar todo lo que es importante para ser narrado

(Educación de la línea,  2007)

Es importante acercarse a la gente que cuenta su historia. Porque por naturaleza humana persistentemente queremos contar algo, casi siempre es nuestra vida. Una prueba es cualquier reunión callejera, accidental o imprevista. Ésta, continuamente, suscita el contar algo que nos ocurre en relación con el acontecimiento inmediato. La suspensión del servicio en el Metro, los espacios de los automóviles son lugares para la gente, sin que se piense.

A partir de cualquiera de estas ideas surge la narrativa íntima y personal de quien sea. En las llamadas colas, en las que solemos  dejar el tiempo. Se hacen pequeños grupos en los que surgen narrativas humanas bellas. Si alguien lleva un libro o una revista, nos asiste una pregunta: ¿Qué lees? Ésta provoca el tema, el gusto por la lectura o la posibilidad de que alguien tenga los deseos de escribir. Y de que varias de esas personas manifiesten: ¡he escrito algo! Se destapa la coladera de la literatura.

Existe una fuente atractiva de invención literaria. Una versión libre a veces cargada de simulación o de verdad estricta. Trae como consecuencia el efecto de la literatura en vivo. Todos somos una duda ante los demás, que sólo puede ser revelada en su punto de vista primigenio por el que habla.

Cuando existe una publicación como está, que recoge éste material, ocurre que interesa leerla. Es perseguida porque en esas narraciones siempre nos advertimos. Nos confirma nuestra humanidad a lo más hondo. Nuestra soledad se dispersa. Se confirma que el que esta solo, es porque no tiene a quien contarle su historia.