MUJER DE ASFALTO
Por Federica Barba
Hace 16 años comenzó a trabajar en la Combi de la familia. Desde chica aprendió el oficio de la ruta. El que se vive bajo el sol plomizo que hace arder las láminas de los toldos, el del ruido de bocinas en medio de un mar desesperado de autos que no avanzan.
La espinita por manejar la tuvo desde niña. Cuando le dijo a su padre, la respuesta fue, las mujeres no sirven para eso, sin embargo le enseñó y, en poco tiempo tras el volante comenzó el oficio en la ruta 45, de San Ángel al mercado de La Bola.

Cuando tenía 16 años, mientras manejaba, en el cruce de Eje 10 y Delfín Madrigal, una camioneta le impactó de lado con todo y pasaje. La hizo voltearse. Un compañero de ruta le propuso hacerse pasar por el conductor de la combi, ella no aceptó. Ya en el Ministerio Público, el responsable se declaró culpable pero no le creyeron y “sólo a mí me hicieron estudios clínicos para averiguar si venía drogada o alcoholizada”, recuerda. Luego de doce horas en el MP, los gastos fueron cubiertos por el responsable y “por suerte ningún pasajero tuvo heridas graves”. Y no es que ese incidente le cambiara el carácter pero los compañeros de la  ruta le dieron consejos de manejo y trato a los pasajeros. Ahora ella es quien los brinda. Algunas madres de jovencitas que se han accidentado se le acercan para que les enseñe a manejar.Lo mejor que les puede decir es que el volante no muerde, que le pierdan el miedo.

Hoy es el primer día, luego de siete meses de ausencia, que regresa a su trabajo, al asiento del conductor, bajo el toldo hirviente y los cláxones desesperados. Largos meses de pausa debido a una operación en el oído que la guardó en casa. En ese tiempo su padre tomó la combi y las muestras de afecto comenzaron. Ella, Maricruz Bautista, oriunda de los pedregales en Coyoacán, se sorprendía al ver llegar a su casa a personas que la conocían porque se habían subido a su transporte.

Ellos son los mismos que le vieron manejar la Combi durante los casi nueve meses de su embarazo. Al principio le daba pena decir que era madre soltera. A veces pensaba dejarla en casa, pero Isamar se despertaba antes de las seis, se tapaba con una cobija y le decía, ya vámonos mami. Hoy tras 12 años de experiencia de copiloto, ha sido testigo de cómo su madre se ha vuelto mujer de asfalto.